Ya sabes que estoy coleccionando detalles para un cuaderno
de recuerdos; el límite de lo romántico, lo sé.
Pero me da igual. Como ves, es la primera vez que te hablo
en segunda persona, aquí en mi blog. ¿Por qué hoy? Porque sí. Porque esas cosas
se notan. Hoy no quería irme de tu lado, aunque empezase a hacer frío. Hoy me
he sentido parte de “Algo”, sí, con mayúscula. Ya no me siento, para nada, niña
romántica. Mujer romántica, más bien. Más experiencia, más dolor y puede que algo de frialdad, pero también madurez. La suficiente para saber lo que quiero.
¿Y sabes lo que quiero? Quiero desayunar, cenar y comer todos los días contigo.
Quiero viajar, soñar…. Contigo. Por supuesto, sobra decir, quiero avanzar… contigo.
Igual que quiero sonreír todos los días. Y nada de lo que diga podrá abarcar
ESTO, pero me da igual, también. Si sueno muy cursi, es sinceridad. Si sueno
borde, también lo será.
A diferencia de las primeras entradas de este blog, mientras
escribo estas palabras, tengo casi tres años más; ya sé que la edad es sólo una
cifra, pero cualquiera que me conozca sabe que ha habido lecciones de vida. Tiempo
suficiente para saber lo que quiero, para soñar, buscar, esperar y, al final,
encontrar. Intento buscar cierta lógica, deducir en qué momento empezó todo. Pero
quién sabe. Además, qué más da. Hoy ha sido la única vez que… a ver sí, te echo
de menos cada minuto que no te tengo cerca, pero hoy he aprendido que tu
ausencia no puede amargar mis ratos de soledad. Al contrario; será la bombilla
encendida en ese pasillo que me separa de ti.
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