En “En casa” creí que nunca podría reírme tanto fuera de
esas cuatro paredes, pero me equivocaba. Hoy, antes de quedar contigo, que
sería una tarde tranquila, de mimos tímidos, pero también me equivocaba.
Antes de nada, decir que ya no puedo confiar más en ti; no
por nada malo, sino porque ya no hay nada en lo que no confíe en ti. Siempre me
has escuchado, siempre me has ayudado, siempre te has preocupado por mí,
siempre me has sujetado cuando me he mareado, siempre te han disgustado mis
penas…aunque siempre has luchado contra ellas y siempre has conseguido que
sonría.
Hoy me has llevado a un café para mí desconocido. Me ha
recordado a dos bares concretos, pero éste es más espacioso. Mirando la carta
de cafés, me he decidido por un solo, cómo no. Lo raro es que me has copiado la
idea. Es la primera vez que tomas café tan puro conmigo; y, de alguna manera,
veo que te acercas más a mí, a mi forma de ser y mis necesidades. Digo necesidades
porque, a pesar de haber vertido algunas lágrimas, también he reído como no creía
posible. Hemos visto a RL.
Y ya no es cuestión de que “parezca que va a llover”; ha
llovido y hemos hecho ese clásico beso bajo la lluvia. Bueno, resguardados en
un portal, y también a las puertas de mi rinconcito italiano. Sólo quedan cinco
días, lo sé. Pero la ilusión de describir los platos e imaginar sus sabores ya
hacen que me vuelva loca. Mis mareos han jugado a amargarnos ciertos minutos,
pero no comprenden que “amargura” entre nosotros es imposible.
Y, para terminar, hemos vuelto a El bar donde me quedé
dormida. Hemos ocupado la misma mesa que esa vez y nos hemos sentado cerca, muy
cerca, a esperar a que pasase el tiempo para pararlo en nuestras manos. La timidez
ya lo tiene complicado para abrirse un hueco en nuestros momentos. Hacía años
que no reía con tanta facilidad, en ese sinsentido. Pero no importaban las
miradas de extrañeza que nos pudieran dirigir. No hará falta NADA para que tú y
yo sonriamos, ni siquiera que estemos cerca; ya no hablemos de silencios o
espacios semi cerrados. Me da exactamente igual que la gente hable, piense o
cuchichee. Quiero estar contigo, quiero rozarte hasta memorizar tus manos,
besar tu boca hasta prohibir la sensación de sed, quiero sentir tu olor tantas
veces que no consiga olvidarlo ni un minuto.
Y, cómo no, dándome calor. Luchas por calmar mis tiritonas
cruzando el umbral de la supervivencia. Es muy de película, pero hoy era DE
LOCOS cederme tu cazadora. Abrazarme como nadie lo ha hecho para intentar
templar mi cuerpo. Y apoyando mis ilusiones, soñando con ellas como si fueran
nuestras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario