26 mar 2014

Risas

En “En casa” creí que nunca podría reírme tanto fuera de esas cuatro paredes, pero me equivocaba. Hoy, antes de quedar contigo, que sería una tarde tranquila, de mimos tímidos, pero también me equivocaba.
Antes de nada, decir que ya no puedo confiar más en ti; no por nada malo, sino porque ya no hay nada en lo que no confíe en ti. Siempre me has escuchado, siempre me has ayudado, siempre te has preocupado por mí, siempre me has sujetado cuando me he mareado, siempre te han disgustado mis penas…aunque siempre has luchado contra ellas y siempre has conseguido que sonría.
Hoy me has llevado a un café para mí desconocido. Me ha recordado a dos bares concretos, pero éste es más espacioso. Mirando la carta de cafés, me he decidido por un solo, cómo no. Lo raro es que me has copiado la idea. Es la primera vez que tomas café tan puro conmigo; y, de alguna manera, veo que te acercas más a mí, a mi forma de ser y mis necesidades. Digo necesidades porque, a pesar de haber vertido algunas lágrimas, también he reído como no creía posible. Hemos visto a RL.
Y ya no es cuestión de que “parezca que va a llover”; ha llovido y hemos hecho ese clásico beso bajo la lluvia. Bueno, resguardados en un portal, y también a las puertas de mi rinconcito italiano. Sólo quedan cinco días, lo sé. Pero la ilusión de describir los platos e imaginar sus sabores ya hacen que me vuelva loca. Mis mareos han jugado a amargarnos ciertos minutos, pero no comprenden que “amargura” entre nosotros es imposible.
Y, para terminar, hemos vuelto a El bar donde me quedé dormida. Hemos ocupado la misma mesa que esa vez y nos hemos sentado cerca, muy cerca, a esperar a que pasase el tiempo para pararlo en nuestras manos. La timidez ya lo tiene complicado para abrirse un hueco en nuestros momentos. Hacía años que no reía con tanta facilidad, en ese sinsentido. Pero no importaban las miradas de extrañeza que nos pudieran dirigir. No hará falta NADA para que tú y yo sonriamos, ni siquiera que estemos cerca; ya no hablemos de silencios o espacios semi cerrados. Me da exactamente igual que la gente hable, piense o cuchichee. Quiero estar contigo, quiero rozarte hasta memorizar tus manos, besar tu boca hasta prohibir la sensación de sed, quiero sentir tu olor tantas veces que no consiga olvidarlo ni un minuto.

Y, cómo no, dándome calor. Luchas por calmar mis tiritonas cruzando el umbral de la supervivencia. Es muy de película, pero hoy era DE LOCOS cederme tu cazadora. Abrazarme como nadie lo ha hecho para intentar templar mi cuerpo. Y apoyando mis ilusiones, soñando con ellas como si fueran nuestras. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario