29 abr 2014

Debilidad

Tal vez por desnutrición. Tal vez por falta de sueño. Tal vez deshidratación.

Tal vez causa del vómito continuo o causa de recorrer esos pasillos, escuchar esas voces.

Debilidad abocada a estar en casa, “lucir” mi pijama y, para variar, vomitar.


Todo eso, contigo. Tú fuiste quien sujetó mi cadera en cada mareo, tú fuiste quien me esperó al otro lado de la sala de rayos, tú fuiste el que te sentaste a mi lado en la sala de urgencias y tú fuiste quien insistió en llamar a tu padre, si hacía falta, para que nos acercase a casa. Está claro que tú y solo tú eres el que no me va a dejar sola, ni un minuto, frente a mi situación. Ya sea por teléfono o por medio de mensajes escritos. “¿Has cenado?”o “En cuanto cuelgue, ve a la cama e intenta descansar ¿ok?” son unas de las muchas frases que son fáciles decir, pero nadie había dicho. Sabiendo que estás, ya no tengo miedo de mi misma. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario