En los momentos de desesperación y soledad es cuando más
noto que no estás.
Sé que tengo tu pulsera y que nuestros corazones laten al
mismo ritmo, pero son momentos de debilidad. Sé que me dirías “Llámame”, pero
quiero que lo pases bien, por los dos.
Sé que debo cuidar mi alimentación, por mi bien. Pero cada
vez que mi estómago rechaza alimento, me acuerdo de ti, de tu preocupación; y
se vuelve aun peor. Pero sabes que hago todo lo que puedo para solucionar esto.
Aun así, hay personas de “mi entorno” que parecen disfrutar cargándome
con más presiones, sobre todo presiones en las que no tengo nada que ver. Pero,
¿sabes? Cada vez que siento principio de ansiedad, miro mi muñeca: la misma que
aun tiene pequeñas marcas, la misma que tú rozaste al ponerme la pulsera; y
entonces todo vale, todas las preocupaciones desaparecen y mis labios dibujan
esa sonrisa que ahora tú oxigenas.
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