Mi espalda por tus mordiscos. Marcada mi boca por tus besos.
Marcado mi cuello. Marcada la piel de mi tripa por tus suaves caricias. Marcada
mi sonrisa, por el maquillaje automático del amor.
Ya no es sentir, sino comprobar que hemos pasado a una etapa
de confianza ilimitada y una restricción a la ironía. Pedir un beso surte su
efecto, igual que “Para” implica una pausa. Pero la velocidad de nuestros besos
ha crecido.
Nos comportamos como niños, sin miedo a comentarios, escondiéndonos
en el mejor de los refugios: Nuestro mundo; sólo tú y yo mandamos allí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario