Tus vicios. Tus juegos, tu café con dos de azúcar, tus
coches, tus peluches.
Mis vicios. Mis libros, mi parte deportiva, mi romanticismo,
mis textos.
Como ves, estamos empatados. 4 – 4. Y, poco a poco, tus
rarezas ya no son rarezas, ni las mías. Saber que juegas es saber que respiras,
conocer tu necesidad de doble dosis de azúcar es igual que saber tu nombre y
las carreras son tus ratos obligatorios. Cada personaje de mis historias son
sueños por cumplir, o no, mi barra libre de endorfinas se asemeja a un desayuno
de hotel, la dulzura es necesaria en cualquier cuento y cada entrada es una emoción.
Nos entendemos en todo, nos gusta todo del otro y nos
resbala TODO lo que piense quienquiera que no seamos TÚ y YO. Podría decir que
sufrimos cierta bipolaridad; podemos planificar fines de semana o tardes y
olvidarnos, a la vez, de la hora qué es, el día y todo.
Como todos, hasta hace muy poco, no soportábamos la
distancia física, el no saber del otro y nos importaba DEMASIADO el que dirán. Ahora
ya no. Nos da igual comunicarnos cada seis horas, de media; y no creo que sólo
hable por mí, me gusta no perder la cordura, me gusta dormir bien y soñar
contigo, me gusta presentarte a mis amigos y que confíen en ti y en que me
cuidas. Porque es lo que haces cada día, con cada SMS, cada llamada, cada
caricia, cada sonrisa.
Hemos ido ya varias veces de compras, me has acompañado a mi
mundo de los libros y tú no te has quejado. Porque ya no es MI mundo, sino
nuestro. Ver la puerta de GAMES ya no me pone de los nervios, ni entrar en tu habitación
u oír “café” y que resulte ser Cappuccino.
Hoy has conocido a Infancia y hemos charlado los tres. Como
de toda la vida. De nuestros momentos actuales y de nuestros recuerdos. Ha sido
bonito; él conoce mi gran cambio y me ayudó mucho en su momento. Nunca se lo he
dicho, pero si lo escribiré aquí. Me encanta estar con él; recuerdo los
detalles: los cumpleaños, las tardes en mi casa, los regalitos, las tardes en
cualquier parque. Y cuando veo sus ojos, recuerdo todo eso. El apoyo que me dio
y me ha dado siempre. Y para rematar, ese café en “El bar del sofá”. Hemos
dejado pendiente otro café, sin fecha, y me alegra saberlo.
Pero es mucho más; No es ver a Infancia, no es que tú me
llamas Luz, no es que mañana me acompañes al médico, no es que me hayas llevado
a mi rinconcito de Roma… ERES TÚ y con eso me vale. Claro que hemos esperado
mucho tiempo, claro que hemos sufrido, claro que hemos tenido miedo, pero AHORA
estamos juntos y todo lo demás carece de importancia.
No tienen sentido “Quédate” o “No te vayas”, porque esto sí que sé que es
mutuo; nos queremos cerca, nuestros mundos tienen más color, nos ayudamos a sonreír.
Sé que lo dije con Sergio, hace mucho, pero ahora tú eres parte de ese oxigeno
de mis sonrisas. (Qué nivel, dirás. Y con razón, te he comparado con mi
angelito, valóralo)
No hay comentarios:
Publicar un comentario