Hace una hora he intentado escribir. He apagado el
ordenador, he llenado una bolsa con cosas para tirar, he bajado y me he tomado
un café. y en ese café, cómo no, me han vuelto las ganas de llorar de cuando he
hablado contigo por teléfono. La palabra soledad me parece algo muy raro. La ausencia
de realidad no tiene porqué significar soledad, ni tener personas a tu
alrededor implica que estés rodead@.
Lo siento, sé que no te gusta que me ponga filosofa. Odio llorar,
odio ponerme a pensar en lo que no tengo, odio recordar la enorme lista de
errores que ya he hecho. Pero lo que más odio son esos momentos en los que veo
que será muy difícil avanzar. ¿Qué haría Hamilton, por ejemplo, si cuando entra
a cambiar neumáticos su equipo se están tomando unas cañas? Pues se hunde. Tendrá
un coche buenísimo y ser bueno en su campo, pero él solo no hace nada.
No sé ni porqué saco este deporte; tal vez para tomármelo
como algo ocioso, para restarle importancia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario