La mezcla de diferentes licores es la fórmula exacta para
una gran resaca. Igual que un buen combinado de emociones consigue recorrer, plan
montaña rusa, estados anímicos contrapuestos.
Hace casi un año me pasó algo similar con Océano h. pero, lo
siento; esa consecución de temas musicales queda a años luz de lo que has
conseguido tú.
No hace falta conocerme mucho para saber que mi cuerpo
entero entra en tensión al saberse necesitado de cualquier personal sanitario. Y
tú siempre has estado ahí. Pero hoy no tiene comparación a ningún día. Mi primera
reacción ha sido risa. Risa transformada en pérdida del habla, temblor y
lágrimas; todo ello acompañado con un chorrito de sensibilidad virgen extra y
una cucharada sopera de amargura. Nombre de primer plato: Desesperación.
Me has acompañado a casa, has comprobado mi tensión arterial
y ritmo cardiaco: resultado lógico. He llorado, he dicho muchas cosas de las
que ni me acuerdo y seguramente me arrepiento. Pero has estado ahí; me has
abrazado, me has rozado, buscando tranquilizarme, aunque nada. Se ve que mi
piel se niega a hacer llegar cualquier intento de ánimo a mi yo emocional. Nombre
de segundo plato: Compañía.
Pero en todo menú, hay postre. un postre dulce, agradable,
que hace inolvidable ese menú. La risa sincera, el dolor abdominal y facial,
las lágrimas de felicidad y la recuperación del tacto son algunos de los
ingredientes. Todo lo demás eres tú. El que me roza cuando me siento sola. El
que insiste en que coma más. El que me acompaña al médico. El que me ayuda a
hacer la compra. El que es uno más en mi casa. El que me hace sonreír como
nadie. El que consigue llevarme al límite de la felicidad en cualquier situación
o lugar. Insisto, CUALQUIER situación. El que mañana arrasará.
Y sí, emociónate, deja que te brillen los ojos, sonríe.... no olvides que te quiero.
Y sí, emociónate, deja que te brillen los ojos, sonríe.... no olvides que te quiero.
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