Beber refresco de cola y picotear chocolate son esos pequeños placeres de la vida que rellenan las horas de espera a verte.
Quisiera estar aquí en el sofá, con tu cabeza en mi regazo, dejándote enredar el pelo en mis dedos e incluso contarte una versión personalizada de Peter Pan.
Un niño pese a tener valor, pese a cuidar a niños perdidos, pese a negarse a crecer asumiendo responsabilidades.
Un niño que consiguió atemorizar a un adulto con un reloj que avisaba de la cercanía de cierto animal.
Un niño que no pensaba en el mañana, que desbordaba ilusión, que siempre estaría en una estrella.
Y cada vez que cualquier niño viera su luz, sabría que nunca jamás estaría solo y sus sueños serían cumplidos.
Recuerda, mi sofá y mi cama son las pequeñas islas del país de nuestro Jamás dejará de ser Siempre.
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