Levantarme tarde, empezar la mañana con café y calle.
Caminar hasta que mis piernas vibren, subir y bajar varias veces las escaleras de mi portal, estiramientos, improvisar comida única.
E ir contigo.
Pisar la hierba ya me susurra la vida y la humedad que me dará tu cercanía.
Subo otro tramo de escaleras y ahí está el olor de tu casa.
A pocos metros está tu habitación, tu rincón.
Te veo y ya siento todo.
Recuerdos, sueños. Todos contigo.
Luego rozas mi piel y se me erizan todos los poros.
Se esfuma el sentido, la memoria, cuando pellizcas ciertas zonas o te hundes conmigo en un océano desconocido.
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