No sé bien por dónde empezar.
Hace ya varios años, alguien que conocemos tú y yo aunque de distinta forma, me vaciló con el instinto maternal recién conocido.
Desde hace meses, tal vez antes, di medio giro más a ese extraño deseo propio y/o ajeno.
Pero esta semana he sentido otra cosa.
En esa primera vez, incluso siendo de mi sangre, no confiaron mucho en mis brazos; esta vez, desde que la vi en la cuna, con miedo a tocarle más que las manitas sin consentimiento materno, ya me urgía un babero, incluso dos.
Cuando me dijo que podía cogerla y hacerla mimos, fue increíble.
Resumen. El tiempo cambia algo más que las situaciones, los temores, las hormonas, las prioridades.
Un regalo absurdo, que le está siendo muy útil, y que como dijo la mamá: "Esto ya te lo pasaré a ti", son cosas que me hacen sentir capacitada a todo.
Manejar la cabeza de una personita de 3 días, vestirla, conseguir que no llore con sólo estar de pie y susurrarla.
Y lo admito. Tengo una parte de bebé.
Tú también consigues, a veces, que me duerma con algún susurro o un muy leve movimiento.
Y mañana ver una tripita, dentro de nada un pequeño que me enamoró, el sol, el mar...
Volviendo a los orígenes.
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