Qué poco importa que me tiemble el pulso cuando es culpa de endorfinas.
Qué poco importa la envidia que sintieron o sentirán los demás.
La gracia está en llegar a casa, con más de 100 pulsaciones, tarareando Ti scatero una foto; qué bonita la letra, qué bonito el idioma.
La guitarra no, el ballet no, las prisas no.
Pero cerrar puertas, equivocarme y, por qué no, aprender un idioma que no oí en el colegio son posibilidades.
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